
Un océano para lavar las manos
curaduría por Marcelo Campos y Filipe Graciano
Thiago Costa
Hay una presencia única en los aspectos del sagrado presentados en las obras de Thiago Costa. Sus trabajos tienen densidad del suelo, conectan cielo y tierra, invocan otros tiempos, otros mundos. Son herramientas-esculturas y textiles-pinturas, piezas bi y tridimensionales realizadas en tejido y hierro, basados en el lenguaje de signos y colores afrodiaspóricos que cruzaron el Atlántico. Por un lado, prestamos atención a los materiales, por otro lado, sentimos e imaginamos lo espiritual. De la relación entre estos dos universos inseparables surge la fuerza y la energía dedicada a los asentamientos (elementos representativos de los dioses africanos) que contribuyen a que podamos adorar a los dioses, en secreto, en una estética asociativa para iniciados que pueden, cuando sea necesario, promover las invocaciones.
Aquí, las manos dibujan, borran, cosen y conservan conocimientos milenarios, permitiéndonos a la comunicación, sintaxis, formación de oraciones y la relación de las formas con el cuerpo y el espíritu. Tal vez, podamos pensar en tótems. Pero, de otra manera, nos presentan tejidos y herramientas que sostienen y son sostenidos por el cuerpo, junto de las manos y el pecho, como amuletos. Son muchas las ciencias preservadas en las prácticas de las matrices africanas: mirar los caminos, predecir las adversidades, promover las curas. Las palabras habladas, o silenciadas, resultan un ejercicio de escritura en el que el poema, la imagen, la materia y las manifestaciones ancestrales cohabitan para crear y expandir la presencia perceptiva del cosmos. Las historias míticas (orikis) participan en cosmovisiones, recrean eventos y los ubican en el presente, en el ahora, y pueden convertirse en nuestras propias historias.
En Flechas e Facas (en español “Flechas y Cuchillos”), dos series de esculturas en metal del artista, nos damos cuenta que, de las interminables negociaciones para mantener la vida, surgen tecnologías para la fuga, la lucha y para la felicidad, y gingamos y nos balanceamos ahora por la libertad, ahora por el deseo de existir, de identificarnos nosotros y rehacer nuestras comunidades, nuestros lares de religiosidad (terreiros).

